sábado, 26 de enero de 2013

Prohibir, prohibido, prohibí tentarme.


Querida dulcinea, aquí no hay don quijotes que luchen con mil y un molinos por ti, no hay hombres que rocen el limite de la locura por volver a besarte, tocarte, todo por tener un poco de tu arte. Pero si habrá inmortales que te lleven a un paraíso terrenal, un edén, aquello que ni siquiera tu mente pueda imaginar.
El limite de lo prohibido, manzana cual serpiente protege, pecado capital, lujuria, un momento por cada historia. Abismo al que caes y cada vez que intentas salir tu olfato capta su olor y vuelves. Y sabias que volverías a caer, pero en el fondo no te importaba, porque en sus brazos vuelve a ser verano. Tentación que te provoca el dulzor de sus palabra, el brillo de su piel y aquellos hoyuelos en la espalda que te llevan al clímax. Allí si seras ser inmortal, pero vulnerable a cada una de sus palabras.
Prohibido, que palabra tan llena de ganas y tentadora. Y si aquello saliera de su boca, no quisiera saber de los pecados y pensamientos impuros que pasarían por mi cabeza.

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